dejad que vuestra luz lumine ritmos que traigo para el canto
abrid velas al viento
dejad que os lleve como
aves
deslizándose en la tonada leve
de mi voz
pido a la inspiración que llegue desde oriente
y emerja de omnipresentes ojos vespertinos que nos miran
desde el trasluz de rojos o azules oropeles
abrid el corazón
a los placeres
dejad fluir el rio del trabajo y los talleres
haced de él un canto breve
canción a las escuadras
a los ángulos filos y punzantes
a la base que sostiene la arquitectura de todas nuestras formas
al plano horizontal
al cartabón
a la cerrazón infinita de los círculos
al punto de equilibrio
a la quietud del centro vista desde el centro
en el principio fue el verbo
y desde él se expandieron formas
el universo devino en incremento
extrapolando crecientes e infinitas
sus equidistancias
el humano
abrumado al contemplar tantas figuras
trató de retenerlas
simple de corazón en el que le latían vientos
cayó postrado
ardiendo en el intento
al levantarse supo
que en sus manos quedaba de por vida
la rebelión atroz del instrumento
comprendió la distancia
dominó el fuego
se convirtió en mago y comió de lo prohibido
entre sus dedos crecieron las escuadras
las medidas
los metros
las pulgadas
la amenaza de muerte de los dioses
no frenó su temple
ni aminoró el júbilo
de este descubrimiento descreido
el humano comprendió lo circunscrito de su tiempo
intuyó lo infinito
su consciencia instituyó el presente
poderoso
sintió el arrebato
de estar en la primera fila y solo
contemplando el universo
creador de verdades
levantó el templo
en el atávico vértice de su negada herejía
dos alas afianzó a su figura
vuelo de enjambre
rabiosa imaginación la de su porfía
al fin
un día
sintió que otro prójimo sentía
mírase él
mira a su hermano que también lo mira
el universo
él
el prójimo que mira
verter en el arte ese triángulo incipiente
trazar un plano
simbolizar el sutil descubrimiento
después
sería facil levantar las catedrales
cúspide de cúpulas desafiando al cielo
arista cuadrangular de maduros capiteles
verticalidad de la luz cuando en el cenit
los humanos descubrimos
el arte de esculpir con los cinceles
la piedra abre paso a la escultura
se tenza el lienzo para entregar su plano a la pintura
el sonido torpe da paso a la tonada que ritma un clarinete
la palabra al poema
el tacto al embeleso de la piel
el contorno a la figura
los nuevos dioses
develando
instituyendo
el mandato secreto y sus lugares
las palabras que disponen el orden de las cosas
señor de los señores
grande
como el firmamento
efimero
que se prensa en nuestras manos
edificando octaedros siderales
cuadriculando el cielo
un arquitecto disponiendo el universo
¡geómetra implacable!
al principio era el verbo
de él se desprendieron todas nuestras formas
el verbo se hizo carne
y habitó en nosotros
al principio era el verbo
de él se desprendieron todas nuestras formas
el verbo se hizo carne
y habitó en nosotros
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